Dios nos creo para dar Fruto

Vivimos cerca de un bosque de manzanos donde subimos de vez en cuando a caminar. Cada vez que entro, pienso:

¡Qué increíble es un árbol de manzanas! Trabaja toda su vida para producir frutos que no son para el beneficio de él, sino para el beneficio de otros. Y a su vez, aunque cada fruta de manzana sirve para comer, esas manzanas tienen dentro de su interior todo lo necesario para convertirse en un árbol que dé fruto de manzanas para otro. Solo tiene que hacer una cosa: hacerlo todo nuevo. Debe enterrar lo que es, una manzana, para convertirse en lo que Dios la diseño, un árbol que produce fruto de manzanas, que serán bendiciones para otros.

Y nosotros…¿Queremos ser lo que Dios nos diseñó para ser? Solo tenemos que hacer una cosa…Dejar que Dios lo haga todo nuevo. Dentro de nosotros está la semilla que Dios usa para transformarnos. ¿Estamos dispuestos a enterrar lo que somos para que esa semilla de su espíritu brote y nos convierta en lo que Dios nos diseñó?

Cuando entregamos nuestros deseos egoístas de recibir bendición, Dios nos convierte en un vehículo para ser bendición, y por añadidura, Él multiplicará nuestra bendición.

No nos aferremos a lo que tenemos, porque lo perderemos, más bien, que lo que tenemos sea para bendecir a otros, y así Dios conservará lo que tenemos, para multiplicarlo.

Les digo la verdad, el grano de trigo, a menos que sea sembrado en la tierra y muera, queda solo. Sin embargo, su muerte producirá muchos granos nuevos, una abundante cosecha de nuevas vidas. Los que aman su vida en este mundo la perderán. Los que no le dan importancia a su vida en este mundo la conservarán por toda la eternidad”. Lucas 12:24-25

David Botero.

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