Mi Embarazo Gemelar

En el blog anterior les conté que habíamos quedado embarazados y fue un proceso increíble y sobrenatural. Aquí les voy a contar cómo fue la historia.

Dios me había dado varias promesas sobre mis hijos, promesas donde hablaba de un embarazo, de una fecha aproximada de parto, hablaba de lo que haría con mi descendencia, de ser fuerte y valiente durante el proceso, me decía que él iba a estar conmigo, que serían varios hijos, y algunas otras cosas. En ese momento, yo aún no entendía con claridad qué me quería decir, pero las anoté una a una, con la fecha en la que él me las regalaba. El día que hice la oración en la que le decía que aceptaba su voluntad, le dije que aún había cosas que no comprendía sobre este tema. Él me dijo: junta todos los versículos que te he dado sobre los hijos y escríbelos por orden de fecha en una sola hoja. Eso hice, y al final me salieron como 4 hojas, no sabía de dónde habían salido tantos versículos sobre los hijos, pero ahí quedó el tema.

Unas semanas después nos llamó la mamá de mi esposo (mi suegra), para decirnos que Dios le estaba anunciando que muy pronto íbamos a quedar embarazados pero que tuviéramos cuidado porque, así como satanás había tratado de matar a mi esposo en su vientre y a mí en el de mi mamá, así mismo iba a querer atacar a nuestro futuro hijo. Adicional a eso, una persona que había trabajado con mi esposo durante varios años, pero que ya no trabaja con él, era muy creyente y tiene una relación con Dios, le escribió a su mamá diciendo que había tenido un sueño con nosotros, donde yo estaba muy enferma, pero no era malo porque estábamos embarazados. En ese momento no le pusimos mucha atención a esas cosas, las dejamos pasar, pero unas semanas después, empecé a sentir un dolor en mi vientre muy fuerte, pensaba que posiblemente me iba a llegar el período, pero el con el paso de los días el dolor aumentaba y sentí que no era normal, fui por urgencias al medico y me dijeron que tenia colon irritable, me mandaron medicamentos, pero aunque me los tome, los dolores seguían aumentando y cada vez eran más frecuentes.

Mi mamá estaba visitándome esa semana, porque ella vive fuera del país y me dijo que por qué no me hacía una prueba de embarazo, me la hice e inmediatamente salió positiva. Esa misma noche, el dolor fue tan fuerte que me tumbo al piso, me sudaban las manos, me sentía débil, entonces mi mamá me dijo que no era normal, y pedimos una cita con mi ginecólogo, a los dos días nos atendió y me mando hacer dos exámenes, uno de sangre y una ecografía, para descartar un embarazo ectópico ( que es cuando se fecunda fuera del útero, en las trompas y si no se actúa rápido, puede explotarse y dejar a la persona estéril). Ese mismo día fuimos hacernos los exámenes, y en la ecografía, el médico dijo que no era ectópico, pero que era un aborto en curso o un embarazo con amenaza de aborto, fue frío y directo, nos dijo que no nos hiciéramos ilusiones, que no había nada, que lo que había se estaba perdiendo y simplemente el cuerpo lo iba a expulsar. Adicionalmente había una mancha al lado, más grande de lo que parecía el bebé, y nos dijo que era un rastro de sangre que estaba dejando el embrión al desprenderse, que ya estaba casi afuera.

Esa noche salimos de ahí destrozados, confundidos y sin decir una sola palabra, los tres nos fuimos a nuestra casa y apenas llegamos mi esposo y yo nos pusimos a llorar. No entendíamos por qué Dios había hablado tanto de una bendición, de unos hijos y ahora teníamos que pasar por esto, yo había sido obediente y recibía como resultado esto, qué dolor tan grande. Pero aún en medio de ese dolor, me encerré en el baño y le dije a Dios:

Señor, si es posible pasa de mí esta copa, pero que se haga tu voluntad y no la mía, si he de atravesar por esto para poder entender y ser sensible al dolor de las mujeres que han atravesado por esto, estoy dispuesta a ser usada por ti, heme aquí una vez más.

Esa noche, nuestros líderes espirituales oraron por mi vientre, prohibieron todo espíritu de muerte y declararon vida, que se hacía la voluntad de Dios y no la de Satanás. Después de eso los dolores aumentaron aún más, pero Dios empezó a hablar, reiterando su promesa, diciendo que debíamos confiar en Él y creer, a pesar del diagnóstico, seguimos orando, clamando, declarando vida, y alabando día y noche a pesar de. Mi esposo ponía su mano en mi vientre, oraba y el dolor se iba.

El día número 10 desde que habían empezado los dolores en mi vientre teníamos una siguiente ecografía y Dios le dio un versículo a mi esposo que decía: “Yo sé todo lo que haces. He visto tu arduo trabajo y tu paciencia con perseverancia, has sufrido por mi nombre con paciencia sin darte por vencido. No tengas miedo de lo que estas a punto de sufrir. El diablo meterá a algunos de ustedes a la cárcel para ponerlos a prueba, y sufrirán por diez días, pero si permanecen fiel, incluso cuando te enfrentes a la muerte, te daré la corona de la vida.” Apocalipsis 2:2-3,10.

Luego de eso fuimos a la ecografía, nos dijeron que aún el bebé estaba y que el coágulo de sangre estaba disminuyendo, que esperáramos 15 días más para asegurarnos de que el embarazo continuaba. Ese día fue el último día que tuve los dolores en mi vientre, seguimos orando y confiando, aferrados a la esperanza de creer que aún estaba ahí. Cada día, Dios nos regalaba promesas donde nos decía que creyéramos, tuviéramos fe y que confiáramos. En medio de esa espera Dios habló muchísimo y sentí en mi corazón que me dijo: “Lo que el diablo ha querido matar, yo lo voy a multiplicar, y que serán dos bebés”.

En ese momento pensé que me lo estaba inventando, pero aun así seguía orando acorde a lo que sentía que Dios ponía en mi corazón y respaldaba con su palabra.

Pasaron los 15 días y fuimos a nuestra siguiente ecografía, donde antes de entrar ya estando en el consultorio, entre al baño a cambiarme y le dije a Dios: “Yo solo te pido dos cosas, una, que haya un latido, que podamos escuchar su corazón para asegurarnos que hay vida, y dos, si realmente esa voz venia de ti y no me lo estaba inventando, que sean dos bebés”.

Pasé al examen, me acosté en la camilla y empezó la ecografía. Lo primero que dijo el doctor fue: ¡¡Sí hay latido!! Vamos a escucharlo, ahí sentí que Dios me confirmaba una de sus promesas, había vida dentro de mí. Pero antes de escuchar el corazón, el médico se quedó callado y miró con atención, nos dijo: No se asusten, lo que les voy a decir, no es malo, ¡pero! ¡¡No hay un bebé, sino dos!!, Wow, yo me empecé a reír y en mi mente le dije a Dios: Entonces si eras tú el que me hablaba, no estaba loca, siempre has sido tú, era tu voz, eres real.

Estaba confirmando física y tangiblemente algo que, si no venía de Dios, no podía ser real, cómo iba a tener dos bebés con latido dentro de mí. Eso solo era posible si Dios lo hacía; finalmente escuchamos los dos corazones. ¡¡Estaban perfectos!! No había una sola vida, había dos vidas dentro de mí. No podía parar de sonreír y aunque lo veía, no lo creía, era tan sobrenatural que no podía creerlo, pero ese es nuestro Dios, un Dios de milagros, un Dios que sana. Un Dios que da vida donde no la hay, un Dios que multiplica, un Dios sobrenatural.

Nuestro embarazo siguió, a pesar de ser múltiple, por lo tanto, un embarazo de alto riesgo. Pero, vimos como Dios cuido de nuestras dos hijas, ¡¡¡sí!! dos niñas, gemelas idénticas, Emma y Annie. Podemos ver cada día cómo Dios mantenía su promesa y la mantendrá.

Esta historia continuará…

Natalia Ospina Acevedo.

Anterior
Anterior

Dios supera nuestras expectativas

Siguiente
Siguiente

Matrimonio e hijos escojidos por Dios